El elemento preventivo contra las ciberamenazas suele ser una de las mejores armas para el combate a la cibercriminalidad, algo que paradójicamente es olvidado por muchos de los responsables encargados de la seguridad de las instituciones donde laboran.
Aunque a finales de año, empresas e individuos suelen hacer un recuento o conclusión de sus labores, en el caso de la cibercriminalidad uno de los ejercicios más intensos corresponde a la evaluación de probabilidades para determinar cuáles son las amenazas que causarán más daño cuantitativo durante el siguiente ciclo anual.
Para quienes no estén familiarizados con este malware, LockBit es un ransomware, es decir los software maliciosos encargados de encriptar archivos y "secuestrarlos" hasta que la víctima accede a pagar un rescate con el propósito de liberar su información.
Actualmente la versión más reciente que se ha extendido de LockBit es la 3.0, la cual se caracteriza por editar los nombres de los archivos encriptados, también ha llegado a cambiar los fondos de pantalla del equipo por uno más amenazante notificando del ataque, además de colocar un mensaje notificando del encriptado de los archivos.
Hasta el momento, las primeras versiones ya suelen recibir actualizaciones para ser contrarrestadas con la mayoría de programas de antivirus, sin embargo la versión más reciente aún requiere mayores labores para estar disponible y ayudar a las víctimas que han perdido el acceso a sus archivos.
Este es uno de los escenarios que se vislumbra en el 2023, aparentemente demostrando que el ransomware se mantiene como una modalidad de cibercrimen peligrosa, que a pesar de los esfuerzos de distintos ejes no ha logrado ser contenido.
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